Miércoles
28 de septiembre de 2011, 19:30hs.
LOS LABIOS de Santiago Loza e Iván Fund.
Actores: Victoria
Raposo, Eva Bianco, Adela Sánchez, Raúl Lagger. Guión: Santiago Loza, Iván
Fund. Música: Lisandro Rodríguez, Iván Fund. Producción: Iván Eibuszyc, Santiago
Loza. Dirección de fotografía: María Laura Collasso.
Dirección de arte:
Adrián Suárez. Montaje: Lorena Moriconi. Sonido: Leandro de Loredo. Ayudante de
dirección: Eduardo Crespo. Actores: Eva Bianco. Victoria Raposo.
Adela Sánchez. Raúl
Lagger.
Santiago Loza
(1971), cursó estudios en Cinematografía. Realizó cortos y documentales, entre
ellos “Lara y los trenes”, corto ganador del concurso de Historias Breves,
organizado por el INCAA. Escribió y dirigió dos largos de ficción: “Extraño”
(2001) protagonizado por Julio Chavez y Valeria Bertuchelli; “Cuatro mujeres
descalzas” (2005), y el guión de “Parapalos” de Ana Poliak (2003). Además
escribe y dirige para teatro.
“Extraño”
ganó el primer premio en el Festival de Rótterdam, el primer premio de la
Competencia Argentina en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires,
entre otros dieciocho premios internacionales. Con su siguiente proyecto fue
seleccionado para la Residencia del Festival de Cannes. “Cuatro Mujeres
descalzas” contó con el apoyo del Fond Sud Cinema y el Hubers Bal Fund. Con el
documental “Rosa Patria” sobre la figura del escritor Néstor Perlongher, obtuvo
el Premio Especial del Jurado en la última edición del BAFICI. Santiago Loza a
desarrollado el guión de su tercer largometraje: La invención de la carne en la
Residencia Moulin d’Andé - CECI - Centro de las escrituras cinematográficas -
Programme Odyssée del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia.
Con la
película ha sido invitado para participar del Festival Internacional de Locarno
2009 en Competencia Internacional donde obtuvo el premio de la crítica
independiente para Umbra Colombo como Mejor Actriz y, también en el Festival de
San Sebastián en la sección Horizontes Latinos.
Su
última producción, "Los labios", fue codirigida junto a Iván Fund y
premiada en Cannes 2010.
Iván Fund: Nacido en Santa Fe en 1984,
vive en Buenos Aires. Dirigió los cortos Vals (2005), Sirenas, El baile (ambos
de 2006), Un punto fijo y Divergir (ambos de 2007), el mediometraje Cíclope
(Bafici ’07; codirigido con Patricio Toscano) y los largos La risa (Bafici ‘09)
y Los labios (codirigido con Santiago Loza; Premio al Mejor Director en la
Competencia Argentina del Bafici ’10).
LOS LABIOS LOGRA RECONVERTIR “CASOS” EN PERSONAJES
Sobre
encuentros y fusiones
Si las
primeras imágenes de las protagonistas y su viaje
posterior tienen un aire documentalista, a partir del momento en que ponen pie
en suelo santafesino estos tres personajes de ficción pisan decididamente
terreno documental.
Meterse al río a jugar con los chicos
de la zona. Resbalar en el barro, enchastrarse el vestido y que no importe: tal
vez sea ésa –en sentido metafórico, al menos– la verdadera meta del viaje que,
al comienzo de la película, emprende el trío protagónico de Los labios.
Fundirse en el paisaje y en el otro, sin dejar de ser uno. No por nada Coca,
Noe y Luchi trabajan de asistentas sociales, una profesión que, en países que
todavía no han logrado poner la economía por completo al servicio de su gente,
sirve, si no para reemplazar los deberes del Estado, sí al menos para que el
desentendimiento no sea total. Para eso viajan Coca, Noe y Luchi hasta un pobre
paraje de la provincia de Santa Fe: para tomar contacto con la gente, atender
sus necesidades más impostergables, preparar informes que tal vez –con suerte y
viento a favor– alguien lea algún día. El gesto de las tres, que suele andar
entre la severidad y la melancolía, hace pensar que son las primeras en temer
que tal vez la visita sirva de poco. Pero ese poco hay que hacerlo, y para eso
están ellas.
La
película argentina más singular de las presentadas en el Bafici 2010, ganadora
de un premio a Mejor Actuación (compartido por las tres protagonistas) en la
sección Un Certain Regard del pasado Cannes, en Los labios pueden entreverse
rasgos de la obra previa y posterior de sus dos realizadores, Santiago Loza e
Iván Fund. Pero el resultado es distinto a cualquier película de ambos. Tiene
su propia personalidad, va hacia otra parte. La más veterana Coca (Adela
Sánchez), la intensa Noe (Eva Bianco) y la algo más inexperta Luchi (Victoria
Raposo) son, sí, tres mujeres lozianas. Solitarias y no libres de angustia,
como la gestante soltera que encarnaba Valeria Bertuccelli en Extraño, como la
prostituta de La invención de la carne. Tres mujeres “descalzas” que
solidarizan sus soledades, como hacían, en un departamento semivacío, las
cuatro del título homónimo.
Si las
protagonistas son de Loza, la cámara es, inconfundiblemente, de Fund. Aunque
algo más moderados en cantidad y cercanía, la abundancia de primeros planos
revela la mirada de ese fanático del fragmento que es el director de La risa y
Hoy no tuve miedo. La discontinua, aireada construcción de las escenas también
parece propia de Fund. Lo mismo que el indiscernible título: se ve tan poca
risa en La risa como labios en Los labios. Pero Los labios no es un poco de
Loza + un poco de Fund, sino una película en la que –el juego de palabras es
demasiado tentador para no probarlo– Fund tiende a fundirse con Loza, en la
misma medida en que ambos se funden con lo real. Si las primeras imágenes de
las protagonistas al encontrarse en la terminal de ómnibus y el viaje posterior
tienen un aire documentalista, a partir del momento en que ponen pie en suelo
santafesino estos tres personajes de ficción pisan decididamente terreno
documental.
Sus
encuentros con los pobladores, sus interrogatorios médicos y sociales, las
respuestas de la gente del lugar, los informes que elaboran y se oyen en el
off: todo eso pudo haber sido parte de un documental y de hecho lo es. Con una
salvedad: tal como se ocupan de aclarar los realizadores (ver entrevista), la
gente del lugar sabía que las entrevistas eran “falsas”, que las asistentas
eran de ficción. Se prestaron a ese juego, haciendo de sí mismos para una
película que no es del todo un documental, pero nunca deja de serlo. Una
segunda salvedad: al contrario de lo que suele suceder en los documentales
“temáticos”, por obra de la puesta en escena –el modo en que la cámara se
relaciona con ellos, la atención que les dedica, la libertad que les da en el
encuadre–, Loza y Fund logran reconvertir “casos” en personajes. Ni uno solo de
los entrevistados –las dos nenas tímidas, el changarín sin empleo y su hija, el
anciano subalimentado al que deben cargar, la chica embarazada y su madre, que
parecen una única y doble entidad– deja de serlo.
Pero Loza
y Fund no son ingenuos. Saben que por mucho que ansíe fusionarse con la gente a
la que asiste, todo aquel que cumpla una tarea social siempre tendrá un grado
de desfase respecto del entorno. Es por ello que, en paralelo con la película
sobre la pobreza, la marginalidad y la falta de atención circula una segunda
película, la de Coca, Noe y Luchi. Por más que sufran privaciones semejantes a
las de sus asistidos (notable, la idea de alojarlas en un hospital derruido,
metáfora viva de la falta que no pueden reemplazar), ellas cargan con una
mochila ficcional hecha de soledades, angustias, deseos reprimidos (todo ello
muy propio de las mujeres de Loza), que afloran en la larga escena culminante.
Seguramente la más vívida, inquieta e imprevisible que el cine argentino haya
dado en mucho tiempo, en un boliche que recuerda a las viejas pulperías se toma
cerveza, se charla, se baila, se chichonea. Un galán de pueblo canta completo,
con enorme gracia, un tema de Manolo Galván, mientras en un rincón una chica se
descompone, de tanto deseo atravesado.
Fuente:
Página 12 JUEVES, 5 DE MAYO DE 2011
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